LA PRIMERA FLECHA DE UN CAMINO
Que le debía a la madre naturaleza, porque ella ha sido, es y será refugio y salida en los días raros, en los tiempos difíciles y en las tontas tardes de domingo, Netflix y melancolía.
Es una deuda que nunca pago, digamos que vitalicia, puede ser que hasta eterna. No hay "problema" que un ratito en silencio y en conexión con la naturaleza no calme, no baje, no prenda.
Si esta patria de bandera de hoja perenne se querellase contra la humanidad estaríamos todos y todas condenados a cadena perpetua, debería ser inhumano la cantidad de mierda que tenemos "okupando" la faz del planeta tierra. Mierda que envenena el aire que respiramos, los cultivos y seres vivos que consumimos, y los mares en los que nos bañamos... y queman, queman los bosques a los que rápido acudimos cuando es nuestra alma la que está envuelta en llamas.
Y es ahí, precisamente en las cosas del alma donde he encontrado la simbiosis perfecta para dar a esta locura de amor por lo verde y lo sano un para qué, un de la mano, un facilitar que lo entendamos para que todo el que quiera se remangue los párpados y se ponga a ver y reciclar los desechos enquistados.
Lo que una lata es al ruido mental, un vidrio es oda a las creencias tercas y limitantes, lo que un abre fácil es a la moda del escapar para escurrir, una bolsa de plástico es un sentimiento vacío.
Los miedos los mece el viento, y los arrastre mar dentro, donde las inseguridades se hacen gigantes a la espera de la oscura noche donde todo ese vertedero sin clasificar se vuelve una dana perfecta en nuestra cabeza.
El mundo, el físico y el espiritual necesitan atención, poner el foco, honestidad, responsabilidad y sobre todo reciclarse, de no ser así, la caca fluye hasta que se queda sin espacio y comienza a estancarse, dando lugar a desagradables olores que terminan por putrefactar enfermando las mentes y las almas de los que en su demencia olvidan que sin el sustento básico vital dejaremos de ser ese alguien que tan supremo e intocable se siente, se piensa, se cree.
Estamos a tiempo de curarla, de curarnos, pero hace falta empezar a dar ejemplo, sobre todo en casa, que los que vienen por detrás sepan que la naturaleza y la terapia son una en sí misma, son ambas, son lo que se ve y lo que no de un mismo truco de magia.
Apreciemos lo que somos, cuidemos lo que tenemos.
Un kilometrico GRACIAS a todas las personas que hoy han hecho de este mundo un mundo mejor, más sano, más amable, más limpio y menos huérfano...
Solo las imágenes ya alimentan. Esto solo acaba de empezar y ya estás rodeado de lo que querías crear y mover. Esta historia promete y solo llevas una página. Enhorabuena!
ResponderEliminar