SOY TARTAMUDO
La elección de esta publicación para nada es cosa del azar, como bien sabéis algun@s de vosotr@s estoy inmerso en la escritura del que ojalá pronto sea el primero de mis muchos imaginados libros, textos que me rondan la cabeza pero a los que como a este tengo que dar su justo espacio para que lleguen en el momento de madurez adecuado. Y digo que no es cosa del azar porque precisamente esta etapa que me daba la bienvenida a la provincia de Jaén iba apadrinada por dos bellos municipios como son Alcalá la Real y Alcaudete, que precisamente poseen la peculiaridad de poseer la misma raíz fonética que tantos años a mi me ha traído por la calle de la amargura, no se que tendrán las palabras que empiezan por "A", que se me atragantan más de la cuenta al querer pronunciarlas. Pero en fin, los detalles y los ejemplos los dejo en el aire para que el deseo de saber os haga adquirir el libro, libro que se va a llamar "Soy tartamudo", como el título de esta publicación, pero en el cual la palabra mudo irá tachada con una X, los motivos, también, próximamente, en las mejores librerías.
Pues eso, que entre los pueblos que empiezan por "A" y que el patrocinador oficial de la etapa de hoy es un amigo de los de primero de primaria, de esos que vivieron en primera persona mis luchas más internas que externas por conseguir leer públicamente y del tirón el "maldito" párrafo que me había encomendado el profesor o la profesora de turno, no veía mejor momento que este para daros una primera pincelada de lo que puede que sea el prólogo de "Soy tartamudo", y el boceto de su portada obra de una bonita persona que tiene magia en los nudillos y en el aura, gracias Irene.
Espero que os guste...
PRÓLOGO DE SOY TARTAMUDO
Empecemos por el final, ya que este, fue el principio del fin y el inicio de lo que está por venir. Estas dos palabras que ahora dan nombre a capítulo y libro, han sido durante décadas impronunciables e inasumibles para mí. En mi mente, su inmensidad y poder, eran de bíblicas y desproporcionadas proporciones, de momento, ni se imaginan cuánto, ya que me acabo de arrancar, pero se las voy a intentar acercar, que mi sentir también sea el vuestro, y las letras, borden su infalible truco de magia, para una mejor comprehensión y entendimiento entre las partes.
Nunca. Jamás, me había relacionado con ella, maldita raíz, maldito lexema, a pesar de su dulce y festiva variante cumpleañera.
Y no será por las visibles, sonoras y sentidas obviedades. Porque esta peculiaridad en la fluidez comunicativa que compartimos más de setenta millones de personas en el mundo, no solo se ve y se oye, sino que también se siente, y es ahí, precisamente, donde mal
gestionada, puede derivar en graves problemas de salud mental que llevan al individuo a una eterna batalla psicológica, silenciosa en compañía, y vocinglera, cuando toca activar el modo ausente.
Han sido muchos los años de intentar vivir alejado de mi realidad.
Si en una conversación, en televisión o en cualquier otro contexto se hablaba de la tartamudez o el tartamudo, yo, miraba para otro lado, intentando demostrar que no me daba por aludido, y que conmigo, no iba ese fragmento de la historia. Una barrera mental y un pacto de silencio con el diablo, que me hacían distanciarme emocionalmente, a priori, de sus hasta entonces para mí, efectos nocivos y potencialmente destructivos. No hay una sola persona en mi mundo que hasta los treinta y seis ya cumplidos haya escuchado salir de mi boca la afirmación, SOY TARTAMUDO.
Tremebundo poder el de las palabras cuando las dejamos deambular en nuestra psique sin ponerle orden, lugar ni concierto. Y tremendo también el posterior desarme en cuestión de un momento, cuando conseguimos bajarla de esa jaula de grillos para darle en el folio en blanco la autoridad, el espacio y la fuerza que siempre debió mantener, que no es otra que la justa y necesaria para saber que está, y que se la debe integrar, pero sin las alas, ni el deber moral de condicionar una vida por
el simple hecho de necesitar un poquito más de tiempo para expresar, lo que sabemos, podemos y queremos comunicar.
En alguna ocasión, las menos, y valorando minuciosamente siempre si sacar el tema me podía hacer de acolchada protección ante el inminente impacto, que yo imaginaba que mi tartamudez iba a tener en la forma de verme o valorarme de la persona que en ese momento tenía enfrente, a según quienes, y dependiendo del momento, y del contexto, les hablaba de disfemia, atranque, bloqueo, forma de hablar, o más coloquialmente, “quedarme pillao”, para referirme a lo que simple y llanamente era, SER TARTAMUDO.
Aun escribiéndolo aquí en mayúscula, ya os digo, que no habría mural en el mundo para exponer o reflejar fidedignamente la fuerza que esta etiqueta ejercía sobre mi ser, mi estar y mi actuar. Menguando mi presencia, destruyendo mi autoestima y ridiculizando por adelantado muchas de mis intervenciones orales públicas o privadas, esas que, en amplio número, nunca se llegaron a producir, y que a posteriori, ocupaban de forma pesada mi mochila emocional de cosas que nunca dije por el miedo y la vergüenza a tartamudear...
CONTINUARÁ...
Gracias a mi amigo Juanjo y su Pescaito Casa Juan por aportar su granito de "harina" para emborrizar tan ricamente este suculento proyecto.
En cuanto tengas tu libro “El club de lectura estará encantado de leerlo”
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