¡DAME LA MANO!

Un simple gesto cargado de emotividad y simbolismo cuando eres niño. Ante el miedo, una mano amiga tendida dispuesta a agarrarte fuerte es el salvavidas improvisado que tod@s en algún momento hemos necesitado. Yo, cada noche al apagarse la luz, y este niño, ante la proximidad de la peligrosa carretera. Doble suerte la suya, por poder alcanzarla al vuelo, y por ser mano experimentada y con tierna rugosidad de abuelo. Aún recuerdo aquellas veladas en las que tenía la oportunidad de tener la cama junto a la de mi abuela Consuelo, que a pesar de estar en habitación estrecha y compartida, yo hacía el esfuerzo de acercarlas un poquito más para pedirle la mano antes de que llegaran los bichos con sus terribles pesadillas... Ahora mismo, tras millones de paredes, o sin ni siquiera eso que les proteja, hay una niña que tiembla de puro terror, y un niño que solloza en sepulcral silencio. Una vulnerabilidad que no entiende de guerras, hambrunas, frío, adicciones, pobreza, conflictos políticos, relaciones rotas, agresiones, voces, golpes o abusos. Unos muros de las lamentaciones creados a forma y semejanza por el "ser humano" para luego dejarlos caer a plomo sobre sus inocentes vástagos. Y si, es cierto que no mucho se puede hacer a nivel global mientras unos pocos malnacidos decidan sin escrúpulos el presente y el hipotético futuro de una generación condenada a la barbarie y a la sinrazón humana. Por suerte, hay motas de esperanza y resquicios de ilusión en asociaciones que tienen la capacidad de estrechar distancias sociales para poner un poquito de luz en esas vidas que no tienen el interruptor de la paz, la libertad y el amor a mano. O sin ir más lejos, aquí, en casa, puerta con puerta también tenemos la oportunidad de extender ese brazo amigo abarcando nuestro kilómetro 0, nuestro metro cuadrado, en casa propia, o denunciando antes de que sea demasiado tarde lo que acontece en casa del vecino. Una mochila demasiado pesada la de oír tras el tabique como un niño llora aterrado mientras día tras día te limitas a no hacer nada. Un simple gesto que tiene el poder de cambiar una vida, un simple gesto que toda personita merece, un simple gesto que para la Asociación Granadina de Amigos del Sáhara es parte de su día a día trabajando para con la colaboración de todo el que lo desee poder regalar a niñas y niños del Sáhara unas vacaciones en paz donde una piscina de unos pocos de metros cúbicos, una pelota y unas porciones de pizza en compañía sean para ell@s el universo entero. Tendamos nuestras manos, alguien al otro lado seguro la está esperando... Hoy, mi regalo para ustedes, es este precioso reflejo de la bonita, tranquila y hospitalaria ciudad de Zamora sobre el Duero.

Comentarios

  1. Gracias en nombre de Salma
    , Dahba, Hadi, Galá y Salamu y, gracias en nombre de la asociación, La infancia debería de ser sagrada

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