LARGA VIDA
Y de pronto la vereda y su verde correspondiente rompe a celebrar la vida en una partitura de colores perfectamente ensamblados donde al tono amanecer se le otorga libranza ya que la perfección no existe ni en el vientre de la madre tierra.
Donde hay agua la muerte ni se atreve, y donde hay libertad los vivos campan a sus anchas. Tengo a mis pies un jardín inmenso, una modelo de ensueño que me mira descarada, un silencio melódico y un merendero mágico donde el pan duro de ayer sabe a espelta, avena y centeno.
Cuatro sillas ponen l@s viej@s del pueblo, que mucho más saben que los que aun nada sabemos, a sabiendas de que los galardonados cortometrajes diarios tendrán desde esas seleccionadas butacas un pase exclusivo un par de veces al día.
Aquí, en esta frontera natural "Meso-galaica", los frutos se caen de maduros, siendo la única pieza orgánica a recoger del suelo, los campos no tienen puertas, y a la mano humana se la merienda el pasto bocado a bocado.
El ladrillo visto se viste de gala para sin ordenación, enfermizo urbanismo, ni disposición normativa dar cimiento a un crisol de portadas.
Y para regar este menú degustación elaborado a base de cinco sentidos, el silencio, armónico concierto de Ludovico
que lo inunda todo.
La pena impuesta por arrojar basura en entornos como este debería ser cadena perpetua de recogida de residuos en el medio natural todos los días de su vida.
Día bonito, de los que no se olvidan, donde lo mejor ha llegado una vez finalizada la caminata, el culpable se llama Alejandro, es de Soria, y hoy, cumplía 80 años.
Continuará...
Comentarios
Publicar un comentario