FILA 16 ASIENTO 36
Este cachito de hormigón cayó en desuso noches atrás. Un vis a vis sin programar donde dos no se presentan si uno de ellos no entiende que primero hay que tallarse para a continuación y sabiendas elegir con gusto, coherencia y libertad el traje.
Esta vez fue un íntimo concierto apto para entrenadas solitudes alternado con eufóricos destellos de gozo donde la música, el ritmo y uno mismo forman un trío salvaje no apto para todos los públicos. A cuestas llevo un lustro de tiernos, sublimes y reconfortantes encuentros. Tardes de palomitas gigantes y butaca individual de cine , vacaciones de conectar hacia adentro y mesas para uno ante la sorpresa de unos muchos. Citas a medida para un amor que requiere de ser primero propio para después, cuando toque, compartirlo con quien se lo gane a respeto, ganas, admiración, tiempo de calidad y sana, libre y honesta comunicación.
A cada esquina que doblo me topo con una pareja que se ha olvidado con los años de resignificar la palabra amor. Ese arma de construcción masiva que no estamos sabiendo explosionar. Relacionarse desde la necesidad, el patrón repetitivo, la inseguridad, la posesión, los miedos o apostándolo todo al rojo pasión de las primeras noches de químico y ciego enamoramiento nos lleva con el sabio tiempo a que todo se descoloque de su natural estado de paz y bienestar. Esa verdadera felicidad "serotoniana" que segrega de a poquito y que dure lo que dure se apega desde los cimientos y no desde las construcciones etéreas.
Voladeras mentales incapaces de sostener algo tan grande como la palabra AMOR.
Potencia sobrenatural que todo lo puede, pero que mal entendida o gestionada es capaz de llevar a millones de seres al pozo oscuro y sin fondo más prescriptor de antidepresivos, somníferos y ansiolíticos de la historia.
Ha llegado la hora de democratizar el amor propio, la solitud y el apegarse de forma segura para crear vínculos capaces de estar a la altura de un verdadero te quiero sin el riesgo de perderse a una misma, al otro ni a todas las partes.
Somos seres sociales, por supuesto, y nos necesitamos, obvio, pero no a cualquier precio.
Quiéranse, que no se puede dar de lo que uno no tiene.







Pues si cuando uno se quiere bien, quiere mejor a los demás.
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