PAJARITOS EN MANO
Pasa que a veces esperando un tren que tarda en llegar nos embelesamos con un estimulante pero lejano y más que improbable horizonte. Estas recurrentes ensoñaciones se convierten en peligrosa y cegadora realidad mientras aquí abajo en la tierra la vida pasa y el tren se escapa. Lo de que las palabritas y los pensamientos se los lleva el viento toma huracanadas dimensiones cuando los hechos nos tumban desnudos en la arena. Y lo real, lo qué está pasando, nos pone contra unas cuerdas que ni tan siquiera imaginábamos en nuestro flotar y sibilino ente carcelario. ¿Cuánto presente arrojamos al retrete mientras nos pajeamos con lo que pudo o podría ser?
¿Aquí y ahora que ahí de aquello y de lo supuesto?
¿Es recíproco, el original y ya quedó firmado?
¿O simplemente uno está jugando con que algún día pueda serlo?
Los creadores de continente sin contenido necesitan a cada rato una hostia de veracidad a mano amiga que haciendo honor al amor duro te desmonta en obviedades como puños todos esos castillos que apoyamos en el aire y que buscando ser protagonista de un cuento perfecto te has montado tu solito con la ayuda de nadie.
Y así vamos quemando hojas de un calendario de fino papel que únicamente va a quedar para avioncito. Las ganas, el interés y la dirección se demuestran bajándolo, andando, poniéndose a ello. Hoy a vuelto a ser lunes y a lo que estamos es lo que tocaba, que lo de los domingos por la tarde son pajaritos, pajaritos que te pintas en el aire.
Comentarios
Publicar un comentario