SI CORRES TE AHOGARÁS

De confundir el tocino con la velocidad poco o nada entienden estos futuros centenarios que saben mucho más por viejos que por "preparados". Son esa generación que entendió al primer bofetón de la vida que mucho tener y poco ser no hace de esta un camino de rosas. El único valor que le ceden al tener es el del tiempo, a sabiendas de que con pausas pero sin prisas no llegarás nunca el primero pero siempre llegarás más lejos. Nadie dijo que San Pedro corona de laurel en mano, base su ceremonia de bienvenida en la entrega de diplomas, medallas y trofeos. Después de caminar sin prisa y con pausas por una de las llamadas zonas azules, esas donde la esperanza de vida es superior al resto, he comprehendido de primera mano, cuerpo presente y a simple vistazo cual es el secreto de tan saludable y esperanzador reto. En esas tierras, base de toda esta longeva pirámide, se come de lo que se cría, cultiva y cuida. Sin etiquetas, intolerancias, alergias ni componentes químicos que derivan en lentejas. Allí se madruga para pasear cuando los ritmos del universo despiertan. Sin música, podcast ni sensacionalistas cuenta pasos. No los necesitan, la verdad la sabe el cuerpo, y a él se aferran para según sensaciones alcanzar el incompartible logro de sentirse vivo, de saberse viva, de estar en el buen camino. Por estos lares al tiempo no se le mata, se le respeta. Y se hace dándole la libertad de ser productiv@ sin necesidad de coartarla. Se aprovecha de forma sana, saludable y calma. Manera esta última de alcanzar un bienestar duradero, sin picos, pero sin pausas. Una lectura, ganchillo o un crucigrama. Una mente sana para ir de la mano de un cuerpo que se mueve al ritmo que las leyes universales mandan. Y de la mano precisamente van las relaciones, las de verdad, las que te llevan a compartir tiempo de calidad. Momentos que permanecerán imborrables en el recuerdo del niño, y que el abuelo se llevará al siguiente acto como bagaje a un amor propio, el que implica cuidarse, para los demás, el que conlleva entregarse, y bien cultivado, el que hace florecer las semillas que se recogen cuando toca y no cuando el capitalismo, la sobrexplotación y la inmediatez enfermiza ahogan.

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